Aquí tenéis la 2ª parte del post. Finalizo con las sugerencias a tener en cuenta a la hora de elegir la comida y bebida propiamente dichas.
Respecto al menú propiamente dicho...
Algo importante que tenéis que tener en cuenta es que la comida que sirváis en vuestra recepción debe gustar a todo el mundo.
Atreverse con cocina creativa en esta ocasión es una temeridad, salvo
que todos vuestros invitados sean seguidores convencidos de las
deconstrucciones de tortilla de patata. Todavía recuerdo un chupito de
crema de guisantes (fría) con virutas de ibérico que sirvieron en una inolvidable boda a la que acudí... parecía un vasito de Blandiblub con virutas de lapicero (sabía como si lo fuese, por cierto).
Intentad que los platos se basen en productos de temporada.
Eso conseguirá que el precio sea menor y que la calidad sea mucho
mayor. Empeñarse en incluir un alimento que está fuera de estación es un
poco esnob y no es práctico.
Pensad
en que el menú que elijáis se deberá preparar para muchos invitados.
¿Quedará tan bien cocinado cuando haya que servirlo a una multitud?
¿Será factible que se sirva de forma simultánea y óptima a todas las mesas teniendo en cuenta las instalaciones de proveedor?
El menú debe ser equilibrado en cuanto a potencia de sabor. El secreto está en servir platos ligeros combinados con platos de sabor potente. Y cuando digo potente, no me refiero a una gran cantidad de especias, de grasa o de picante...
Como norma general a la hora de elegir la comida, es importante saber que
se deben servir siempre antes los platos más livianos y después los más
pesados. Eso hará que el paladar del comensal no se embote y pueda
disfrutar de todos los platos que vais a servir. Lo habitual es:
aperitivos, ensalada/crema/sopa, pescado, carne y postre.
Es importante respetar la regla de que cada plato debe ser distinto:
en su preparación, en sus salsas, en sus acompañamientos, en su
ingrediente principal, en su textura e, incluso, en su color. Si vais a
servir un pescado a la brasa, no pongáis la carne también preparada de
la misma forma. Si vais a ofrecer brochetas de rape en el cóctel, no
debe aparecer este pescado en el menú.
La comida debe ser identificable por el comensal. Una bonita presentación no debe enmascarar lo primordial. A todos nos genera cierta desconfianza comer algo que no sabemos muy bien qué es.
Buscad que los platos que componen el menú sean sencillos de comer. Vuestros invitados os lo agradecerán.
Si os casáis fuera de vuestra localidad, es una buenísima idea incluir platos típicos de la región donde celebráis el banquete. Es un detalle simpático
que agradecerá todo el mundo. Eso sí, si hay invitados de fuera, no os
arriesguéis a servir sus platos tradicionales de origen. Las comparaciones pueden ser odiosas...
Si vais a servir tarta nupcial y el menú es muy copioso,
tened en cuenta que los invitados no podrán terminársela. Podéis hacer
el corte de la tarta nupcial y dejarla para la recena, sirviendo un postre muy ligero para finalizar la comida (helado, granizado, mousse...).
Si no queréis servir tarta de bodas, podéis ofrecer fondue o fuentes de chocolate con frutas y dulces o un buffet de postres.
Cuidad de que las bebidas
sean las adecuadas a los platos que elijáis. En el éxito del banquete
tan importante es la comida como la bebida. A la hora de decantarse por
los vinos que se servirán, es mejor fiarse del paladar que del nombre de los caldos; lo agradecerán vuestro bolsillo y vuestros invitados.
Bon appétit!
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